Ntra Sra de los Dolores


La tradición albacetense siempre consideró a la antigua imagen de la Dolorosa como obra del escultor Francisco Salzillo. Publicaciones recientes tienden a confirmar cada vez con más certeza la autoría de Salzillo para esta imagen, situándola en el convento de Franciscanos de Albacete en el año 1776. Gracias a las órdenes sobre Desamortización promulgadas por el ministro Mendizábal entre 1835-1836, el convento fue clausurado, y tras muchas penalidades terminaría siendo derribado totalmente en 1879. La imagen de la Virgen fue trasladada a la iglesia del convento de monjas Justinianas, situado en el Altozano y que tras la aplicación de las mismas órdenes fue convertido en Delegación de Hacienda.

Aunque por aquellos años había mucha devoción entre las gentes, y la cofradía contaba con más de un centenar de nazarenos, el Viernes Santo de 1930 las imágenes quedaron abandonadas en el Altozano durante la procesión, fruto de una falsa alarma que hizo huir despavorido al público. Unos voluntarios, conocidos como “Los Manueles” o “Los Manoletes”, se ofrecieron a trasladar a la Dolorosa hasta el templo de Justinianas, de donde tuvo que ser transportada de nuevo hasta la Parroquial en 1935, debido a que aquella antigua iglesia conventual iba a ser demolida con el fin de ensanchar la plaza del Altozano. Al año siguiente, la imagen desaparecería en los trágicos sucesos acaecidos en la capital el 17 de marzo de 1936.

Así, en marzo de 1942 llegó a Albacete la nueva talla de la Dolorosa, elaborada con esmero y siguiendo la disposición de la antigua, por el escultor valenciano Don José Dies López, que es la que actualmente se venera y procesiona. La imagen fue terminada en diciembre de 1941, colaborando en su elaboración el Señor Santa Fe en las tareas de orfebrería, así como el decorador D. Domingo Santaularia.
El precio establecido en marzo de 1942 ascendió a las nada desdeñables 6.000 pesetas, más otras 850 pesetas de la diadema de corte. La liquidación fue realizada por Don Carlos Garrido, un agente comercial que residía en la calle Ricardo Castro de Albacete, y que actuaba como representante del Sr. Díes. La liquidación no se hizo efectiva hasta el día 6 de abril de 1942. En cuanto a quién abonó el importe todavía hoy es un misterio, puesto que fue sufragado casi en su totalidad por un cofrade anónimo, al igual que la realización de las gestiones para la elaboración de los primeros mantos de los que dispuso, confeccionados en la capital y en Barcelona. El manto procesional actual, de rico bordado en oro, fue elaborado a comienzos de la década de los años 50 en la Casa Burillo de Valencia.

La imagen llegó a Albacete a mediados de marzo de 1942 en un embalaje a modo de jaula de madera, siendo bendecida el día 20 de marzo de ese mismo año en la actual Catedral. Con posterioridad, el Sr. Díes retocaría la talla “para otorgarle una expresión de mayor dolor.” Durante los años 40, y hasta que dispuso de capilla nueva tras la remodelación sufrida por la actual Catedral, la imagen se mantuvo al culto según la tradición en la capilla de Don Bernardo de Andújar, en donde con posterioridad se situó el paso del Descendimiento.

Finalmente, con motivo de la restauración de la imagen en 1998, fue descubierta por M. Meya una antigua corona o limbo, que se encontraba adosada como refuerzo a la parte posterior de la gran corona que se elaboró entre los años 40 y 50 posiblemente por el orfebre afincado en Murcia Vicente Segura Valls, imitando aquella de 1930, a tenor de la presencia de notas distintivas de su estilo como las piedras de colores rodeadas de pequeñas perlas.
La nueva corona fue datada en el siglo XVIII por los plateros murcianos Vicente Monserrate y Manuel Caballero, gracias al uso del grosor de metal de ese siglo (0,8 mm; actualmente se usa el de 0,3 mm); y de una aleación propia de esa misma centuria, compuesta de níquel y un bajo porcentaje de plata. Igualmente, el diseño y los dibujos en relieve parecen confirmar esta datación.